domingo, 29 de diciembre de 2013

Me duele el alma, creo.

Este ha sido como el año de pensar y lo queria acabar mismamente pues así pensando, claro. Ha sido como el año de estar ahí castigado en el rincón de pensar, como en el colegio. Y así ha pasado para lo que para muchos han sido solo 365 días, permitidme que yo no comparta este hecho. El tiempo no pasa para alguien que piensa, ni para alguien que espera, ni para las ausencias. El tiempo no es solo un reloj que alguien inventó para esta sociedad no sé, consumista y todas esas cosas, llena de obligaciones pero ninguna personal, ninguna de esas obligaciones es de pararnos a mirarnos las heridas del alma tanto ajenas como propias. Nos hemos tomado como una carrera... Y a ver dónde está la meta. Una escalada, también podría decirse, sin saber que en la cima no nos espera nadie, que de soledad se muere de locura. No sé, es que eso del tiempo, que te obliguen a ir en sintonía con una sociedad vacía e inventada por gente que no le importa nada. No sé no me termina de convercer. Mi contador de suspiros está al máximo en estos días, está haciendo su agosto, es que he dejado muchas cosas incompletas en este año que por otro lado es eso solo una sucesión de días, días marcados que te hacen sentir mal.

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